jueves, 25 de febrero de 2016

Apreciaciones sobre la tecnología transgénica.



    
     Hoy día los avances tecnológicos nos ofrecen  ventajas en todo lo que consumimos, especialmente lo que consumimos como alimento y medicinas, donde sus progresos desde la Biotecnología son más perceptibles por el público en general.  La industria alimenticia por ejemplo, se vale de ella para producir los ingredientes alimenticios que tanto nos gustan, sean estos tradicionales o no tradicionales aplicando técnicas a organismos vivos o partes de ellos (genes), destinados a la producción alimentaria o no alimentaria.
     Podemos rastrear los orígenes de esta tecnología a los pioneros cazadores – recolectores quienes realizaron los primeros cruces de especies vegetales, como el maíz o el tomate, y en su andar constructivo - adaptativo, pasando por  algunos animales como la domesticación de los lobos, los cruces con los perros y las mismísimas gallinas, las cuales eran originalmente 4 especies y ahora ya contamos hasta 40 razas distintas, todo esto mediante ensayo y error.
     Pues bien, cuando por fin el hombre avanzó en conocimientos en nuestra era a mediados de los años 50 del siglo pasado descubrió el ADN y con ello abrió un nuevo campo de ciencias llamado biología molecular, con el cual desarrolló técnicas para manipular y combinar los genes en laboratorio. Ya con estos avances dio origen a la ingeniería genética y la tecnología transgénica la cual combina características específicas naturales para crear mejoras no naturales con diversos fines positivos, ya sea la produccción de más y mejores alimentos o para mejorar especies animales y/o vegetales con características útiles como la resistencia a plagas o mal clima.  Esto se logra a través de una técnica conocida como “clonación de genes”, cuyo proceso radica en tomar la parte o característica que nos interesa, le agregan un vector que sería como el controlador de esa característica para que funcione y se acople correctamente en su posición de destino.
     Obviamente, de la mano de las técnicas también llegan los deberes y responsabilidades propios de sí, por ejemplo; se reglamentó que aquello producido por transgénesis debe ser necesario y útil, seguro para el ser humano y el ambiente y que sus características sean inmutables en el tiempo.
     En la actualidad los transgénicos u organismos genéticamente modificados son materia de estudio en multitud de aplicaciones, las más conocidas son en los cultivos agrícolas donde existen plantas con propiedades interesantes como la resistencia a herbicidas, climas extremos y organismos nocivos para ellas, como en el caso de la soja y el maíz, o simplemente más nutritivos y eficientes como el tomate.  Incluso son más amigables con el medio ambiente pues permiten una menor cantidad de uso de suelos para cultivar, ya que, este tipo de cultivo puede ciclarse más veces en el año que un cultivo tradicional en un mismo suelo, esto redunda en más cosechas en menor tiempo, también requieren menos cantidad de herbicidas y su dilución en los terrenos disminuye.
     Si observamos la producción industrial de alimentos también les podemos encontrar en los aditivos de alimentos como yogures, o como aromatizantes y colorantes naturales e incluso se usan para producir ciertos aminoácidos y vitaminas esenciales. Y para sorprendernos más, hasta se usa la transgénesis en ovejas para producir ciertas proteínas que sirven para tratar el enfisema y la hemofilia; o en cabras, que producen anticuerpos para beneficio humano y todo ello se extrae a través de sus leches. Si no estoy mal, actualmente se investiga en producir una leche que sea baja en lactosa (que carezca de lactasa) para consumo humano.
     Pero volvamos al tema de las responsabilidades. Toda tecnología posee sus pros y contras, en el caso de la transgénesis y sus OGM se ha planteado dos tipos de riesgos: el que puede producir un vector que se salga del control estricto para lo que debe servir, este caso puntual sería el vector tipo virus por ser de carácter infeccioso, y, el riesgo que planteaba el uso de marcadores resistentes a antibióticos.  Es este último el que más polémica ha generado en el mundo de la información a medias, mucha gente con poca o nula formación e información al respecto culpa de ser extremadamente peligrosos para la salud una pieza del proceso de fabricación de un OGM que no está presente en el producto final.  Entre los grandes ha sido Greenpeace quien también ha aportado su cuota de ignorancia en contra de los OGM alegando, en casos como el polen, que se puede fecundar especies silvestres con polen OGM y crear monstruos híbridos de especies vegetales y valiéndose de un caso aislado como el terrible futuro que nos espera, producto del descuido del propio agricultor.  Pues lo que GP omite en este caso es que los OGM pueden fecundar a una variedad silvestre de su misma especie, pero esta no dejará descendencia pues los OGM son incapaces de legar generaciones por diseño, por ello la compra de semillas para cada cosecha. Este es el candado puesto que cumple con la responsabilidad de ser inmutable en el tiempo y favorable al medio ambiente.
Otro caso que se alega es la muerte de plaga y predador de la plaga en cultivos OGM a manos de las toxinas protectoras de la planta. Pues veámoslo de esta manera, antes se perdía la planta entera y el predador no era suficientemente eficiente para cumplir su cometido. 
El siguiente paso en esta línea de investigación podría ser agregar una modificación que repela al predador sin dañarlo, lo que a mí me suena lógico ya que no todos los buenos resultados se pueden lograr al mismo tiempo y para ello se debe experimentar muchísimo, cuestión que ciertas influencias alegan de poco ético, que como cosa rara, también tienen su negocio en materia de alimentos “naturales” muy lucrativo (véase príncipe Carlos, quien no hace honor a mi nombre).

El bichito, en cuestión.
     Por último, quiero tocar el tema de las etiquetas que lo diferencian  todo.  En la Unión Europea las etiquetas de restricciones llegan al punto de lo curioso y ridículo. En el resto del mundo se utilizan etiquetas específicas para diferenciar los OGM con información  precisa inherente a ellos, pero llegar al extremo de apelar “a genes que atentan a la ética” me parece una falacia tipo Reductio Ad Absurdum, pues etiquetas que expresen que contienen genes animales o humanos para evitar que musulmanes coman genes de cerdo o cualquier tipo de gen animal como en el caso de los escuálidos veganos es darle importancia a algo absurdo. No te vas a comer el cerdo u otro ser vivo, no es carne o una sucia aberración, es ignorancia complacida. 
     Para finalizar, afirmaré que el tema de los OGM ha sido sobredimensionado y vilipendiado cruelmente e infravalorada su importancia y utilidad para el ambiente y el ser humano, pues nuestra población crece cada día (inevitablemente por gustos egoístas) y son menos los que comen y más las tierras que se deforestan. Estoy plenamente seguro que un conocimiento bien encaminado no debería verse cohibido por nuestras creencias e imaginarios idílicos particulares.

Referencias.
 
Chamas, A. (2000). Alimentos transgénicos. Universidad del Centro Educativo latinoamericano, 3 (4-5), 149 – 159. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87730512