Hoy día los avances tecnológicos nos
ofrecen ventajas en todo lo que consumimos,
especialmente lo que consumimos como alimento y medicinas, donde sus progresos desde la Biotecnología son más perceptibles por el público en general. La industria alimenticia por ejemplo, se vale de ella
para producir los ingredientes alimenticios que tanto nos gustan, sean estos tradicionales o no
tradicionales aplicando técnicas a organismos vivos o partes de ellos (genes),
destinados a la producción alimentaria o no alimentaria.
Podemos rastrear los orígenes de esta
tecnología a los pioneros cazadores – recolectores quienes realizaron los
primeros cruces de especies vegetales, como el maíz o el tomate, y en su andar constructivo - adaptativo, pasando
por algunos animales como la
domesticación de los lobos, los cruces con los perros y las mismísimas gallinas, las
cuales eran originalmente 4 especies y ahora ya contamos hasta 40 razas
distintas, todo esto mediante ensayo y error.
Pues bien, cuando por fin el hombre avanzó
en conocimientos en nuestra era a mediados de los años 50 del siglo pasado
descubrió el ADN y con ello abrió un nuevo campo de ciencias llamado biología
molecular, con el cual desarrolló técnicas para manipular y combinar los genes en laboratorio.
Ya con estos avances dio origen a la ingeniería genética y la tecnología
transgénica la cual combina características específicas naturales para crear
mejoras no naturales con diversos fines positivos, ya sea la produccción de más y mejores alimentos o para mejorar
especies animales y/o vegetales con características útiles como la resistencia a plagas o mal clima. Esto se
logra a través de una técnica conocida como “clonación de genes”, cuyo proceso
radica en tomar la parte o característica que nos interesa, le agregan un
vector que sería como el controlador de esa característica para que funcione y
se acople correctamente en su posición de destino.
Obviamente, de la mano de las técnicas
también llegan los deberes y responsabilidades propios de sí, por ejemplo; se
reglamentó que aquello producido por transgénesis debe ser necesario y útil,
seguro para el ser humano y el ambiente y que sus características sean
inmutables en el tiempo.
En la actualidad los transgénicos u
organismos genéticamente modificados son materia de estudio en multitud de
aplicaciones, las más conocidas son en los cultivos agrícolas donde existen
plantas con propiedades interesantes como la resistencia a herbicidas, climas
extremos y organismos nocivos para ellas, como en el caso de la soja y el maíz,
o simplemente más nutritivos y eficientes como el tomate. Incluso son más amigables con el medio
ambiente pues permiten una menor cantidad de uso de suelos para cultivar, ya
que, este tipo de cultivo puede ciclarse más veces en el año que un cultivo
tradicional en un mismo suelo, esto redunda en más cosechas en menor tiempo,
también requieren menos cantidad de herbicidas y su dilución en los terrenos disminuye.
Si observamos la producción industrial de
alimentos también les podemos encontrar en los aditivos de alimentos como
yogures, o como aromatizantes y colorantes naturales e incluso se usan para
producir ciertos aminoácidos y vitaminas esenciales. Y para sorprendernos más,
hasta se usa la transgénesis en ovejas para producir ciertas proteínas que
sirven para tratar el enfisema y la hemofilia; o en cabras, que producen
anticuerpos para beneficio humano y todo ello se extrae a través de sus leches.
Si no estoy mal, actualmente se investiga en producir una leche que sea baja en
lactosa (que carezca de lactasa) para consumo humano.
Pero volvamos al tema de las
responsabilidades. Toda tecnología posee sus pros y contras, en el caso de la
transgénesis y sus OGM se ha planteado dos tipos de riesgos: el que puede
producir un vector que se salga del control estricto para lo que debe servir,
este caso puntual sería el vector tipo virus por ser de carácter infeccioso, y,
el riesgo que planteaba el uso de marcadores resistentes a antibióticos. Es este último el que más polémica ha generado
en el mundo de la información a medias, mucha gente con poca o nula formación e
información al respecto culpa de ser extremadamente peligrosos para la salud
una pieza del proceso de fabricación de un OGM que no está presente en el
producto final. Entre los grandes ha sido Greenpeace quien también ha
aportado su cuota de ignorancia en contra de los OGM alegando, en casos como el
polen, que se puede fecundar especies silvestres con polen OGM y crear
monstruos híbridos de especies vegetales y valiéndose de un caso aislado como
el terrible futuro que nos espera, producto del descuido del propio agricultor. Pues lo que GP omite en este caso es que los
OGM pueden fecundar a una variedad silvestre de su misma especie, pero esta no
dejará descendencia pues los OGM son incapaces de legar generaciones por diseño, por ello
la compra de semillas para cada cosecha. Este es el candado puesto que cumple
con la responsabilidad de ser inmutable en el tiempo y favorable al medio
ambiente.
Otro
caso que se alega es la muerte de plaga y predador de la plaga en cultivos OGM
a manos de las toxinas protectoras de la planta. Pues veámoslo de esta manera,
antes se perdía la planta entera y el predador no era suficientemente eficiente
para cumplir su cometido.
El siguiente paso en esta línea de investigación podría ser agregar una modificación que repela al predador sin dañarlo, lo que a mí me suena lógico ya que no todos los buenos resultados se pueden lograr al mismo tiempo y para ello se debe experimentar muchísimo, cuestión que ciertas influencias alegan de poco ético, que como cosa rara, también tienen su negocio en materia de alimentos “naturales” muy lucrativo (véase príncipe Carlos, quien no hace honor a mi nombre).
El siguiente paso en esta línea de investigación podría ser agregar una modificación que repela al predador sin dañarlo, lo que a mí me suena lógico ya que no todos los buenos resultados se pueden lograr al mismo tiempo y para ello se debe experimentar muchísimo, cuestión que ciertas influencias alegan de poco ético, que como cosa rara, también tienen su negocio en materia de alimentos “naturales” muy lucrativo (véase príncipe Carlos, quien no hace honor a mi nombre).
El bichito, en cuestión. |
Por último, quiero tocar el tema de las
etiquetas que lo diferencian todo. En la Unión Europea las etiquetas de
restricciones llegan al punto de lo curioso y ridículo. En el resto del mundo
se utilizan etiquetas específicas para diferenciar los OGM con información precisa inherente a ellos, pero llegar al
extremo de apelar “a genes que atentan a la ética” me parece una falacia tipo
Reductio Ad Absurdum, pues etiquetas que expresen que contienen genes animales
o humanos para evitar que musulmanes coman genes de cerdo o cualquier tipo de
gen animal como en el caso de los escuálidos veganos es darle importancia a algo
absurdo. No te vas a comer el cerdo u otro ser vivo, no es carne o una sucia
aberración, es ignorancia complacida.
Para finalizar, afirmaré que el tema
de los OGM ha sido sobredimensionado y vilipendiado cruelmente e infravalorada
su importancia y utilidad para el ambiente y el ser humano, pues nuestra
población crece cada día (inevitablemente por gustos egoístas) y son menos los que comen y más las tierras que se
deforestan. Estoy plenamente seguro que un conocimiento bien encaminado no debería
verse cohibido por nuestras creencias e imaginarios idílicos particulares.
Referencias.
Chamas, A. (2000).
Alimentos transgénicos. Universidad del
Centro Educativo latinoamericano, 3 (4-5), 149 – 159. Recuperado de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87730512